martes, 12 de mayo de 2009

El mayor de mis tesoros

Madrid era el cielo.

Él era infinitamente tímido y delgado y nunca la miraba directamente a los ojos. Ella le contagiaba el entusiasmo de trasnochar y no ir nunca a clase. Volvían a casa tarde y despeinados, imaginando lo que pasaba dentro de las buhardillas iluminadas de La Latina.

- Algún día viviremos juntos en una buhardilla y tendremos un gato y un tocadiscos y un montón de libros desordenados. Deberíamos vivir juntos, nos llevaríamos bien.

Madrid era París, era Buenos Aires.

Él tenía ojos tristes y azules y caminaba mirando al suelo.
Contaba bajito historias imposibles en algún idioma desconocido.
Ella, los ojos de par en par, lo miraba nerviosa, impaciente, buscándolo tras el cristal.

Una tarde fría de aquel primer invierno ella cumplió 23 y no tenía tiempo que perder.
Madrid era París y era una fiesta.
Él apareció puntual y sacó del bolso un disco viejo, un disco usado, gastado de escucharlo.

- Es mi disco favorito - Dijo, mirándola a los ojos para que lo entendiera todo. Siempre ha sido un hombre de pocas palabras - Te lo regalo.

- Es mi mejor regalo- dijo ella, sinceramente, pero sin saber realmente hasta que punto lo era.

Luego fueron dos, y se fueron a vivir juntos, y llenaron la casa de libros, que ella se encargó de desordenar, y adoptaron un gato, y siguieron gastando el disco, y compraron otros, e incluso fueron a escucharlo en directo, y supieron que todo aquello tenía algún sentido, aunque no creyeran demasiado en los sentidos ocultos de las cosas que en sí mismas significan tanto.

¿qué haría mi animal si no supiera interpretar todas mis formas de mirar?



Hoy Madrid sólo es Madrid y está oscuro.

(Enlace)

2 comentarios:

LaU dijo...

Voy a llorar. Qué lindo verles, y meterme dentro de los dos un poquito. Que se encienda Madrid, que se encienda! Y que sea París y Buenos Aires, y Las Palmas. (Lo siento, no lo pude evitar). Qué gran regreso, 6.

gutierre dijo...

wosh, ese hermetismo convertido en corazón.
Si es que el Madrid de alóctonos es el que lo hace singular.

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